jueves, 29 de diciembre de 2022

El amor todo lo cambia

 ¿Por que duele tanto amar? ¿Si amar debería ser una bendición? Porque en realidad no nos amamos y en su defecto, no amamos.  


Dicen que lo único que no engorda es tragarse el orgullo, pero esa es una dieta que no todos estamos dispuestos a empezar ¿No? Muchas veces creí que el orgullo, el mal llamado "ego" haría que mi mundo sea siempre una fortaleza, pero no, cuando amás, o te das cuenta que amabas como no amaste en tu vida, esa coraza se destroza y se acaba la gran mentira que se vivió durante años. 


Las preguntas más complejas en lo que respecta al amor son pocas, pero hay una a la que muchas veces se le balbucea respuestas armadas sin sentirlas. 

¿Cuál es? la que se hace en esos momentos idílicos o de desesperación ¿Qué harías por amor? 




Las respuestas comunes son: daría la vida, me iría al fin del mundo, esperaría toda una vida, dejaría mi mundo entero por esa persona. 

Y ahi empiezan las risas de muchos y el asombro de otros. 

Pero el amor tiene etapas, tiene momentos, tiene procesos, tiene cambios constantes que muchos no los toleran y prefieren vivir en un reinicio en loop en busca de ese idilio inicial y así creyendo que en el amor, todo es color de rosa y que existe una forma perfecta que lo represente. 

Dentro de estos puntos citados, quiero abordar los procesos. Al igual que sucede con los frutos, no podemos adelantar nunca los procesos, saltearlos, cambiarlos. Por eso es tan importante observar la naturaleza constantemente y vivir en contacto con ella a diario, porque nos enseña con solo detenerse a contemplarla. 

De esos procesos, nacen situaciones en donde se toman decisiones, muchas veces correctas, muchas veces equivocadas según quien las vea y en especial según el tiempo transcurrido después de la misma. Y lo que termina importando, no son esas decisiones, sino el crecimiento que nos pueden dejar. A veces creemos que la tomada es la peor decisión del mundo, pero luego el tiempo nos da la razón, o tal vez no y nos mentimos para creer que lo fue y así seguimos el camino. 



Cada uno de los seres que nos rodean viven esos procesos a diario. El tema es que no vemos los desafíos que enfrentan los que nos acompañan, sino seríamos mucho más empáticos y entenderíamos, que hacen (hacemos) lo que pueden con su nivel de evolución en la esfera que lo ubiquemos y eso no los hace mejores, peores, buenos o malos. Obviamente hay excepciones. 
 
Esto nos puede acercar a lo que podemos llamar un amor más "real" . Ese amor que es en el que simplemente te eligen a pesar de los defectos y errores, esa especie de incondicionalidad que hace que las tormentas sean lloviznas y las decepciones enseñanzas. Un amor que no se quiebre por un reproche o dolor recibido. Un amor que no sea de promesas, fantasías o anhelos, sinó de realidad, muchas veces dulce, otras amargas, pero al final, realidades que siempre vivimos estemos o no acompañados. 

Dicen que lo peor que podemos hacer es jurar durante la prosperidad, tomar decisiones en el dolor y contestar en el enojo. Y bajo esa premisa New Age que nos bombardea a diario, se busca calificar de tóxico todo lo que no nos complace un 100%, cuando la única relación tóxica que hemos tenido toda la vida, es con nosotros mismos. Pero en un mundo cada día más tibio, es preferible reemplazar, echar culpas, o simplemente desaparecer. 

Los espejos que nos reflejan, se llevaron todas nuestras culpas. Todas nuestras excusas se anidan en sus recuerdos para justificar que si las cosas no funcionaron, fue por algo o alguien, no por uno mismo y sus decisiones. No comprendemos que todo lo que vemos es un simple punto de vista y no la verdad y cuanto más pasa el tiempo, más crece esa mentira, hasta llegar a volverse una verdad.


 

No podemos comprender que sin ese sufrimiento no seríamos lo que somos como seres humanos y todas las enseñanzas que nos deja ese dolor. Ese cascarón del ego que tanto nos protege durante años, un día se cae a pedazos y si sucede es porque ya no lo necesitamos. Y ahi comienza nuestra real vida. Nos dimos cuenta que el sufrimiento era innecesario, pero tuvimos que pasarlo para entenderlo. 

Pero volvamos al inicio. ¿Qué amamos? Lo que anhelamos. Y la realidad es que cuando uno ama a una persona, debería amarla como es y no como espera que sea. Se crean miles de check list de que debería contener la persona a amar. Muy común la frase "tiene todo lo que soñé". Pero luego, todo lo que no soñamos, también viene en esa persona, y ahí, al año, a los 2, a los 6 meses, saltan las alarmas, que ese ideal, no lo era tanto. 

El amor no deja de ser una construcción. El amor es admirar al otro, el amor es sentirse un compañero de aventuras, el amor es ser cómplices en las locuras, ser buenos amantes. Pero también es ese castillo que no se desmorona ante los problemas y que cada mañana y cada noche, no sabiendo siquiera por que, se sigue eligiendo. 

En los tiempos que corren donde los amores son por un rato, las verdades a medias, los "quiero" pero no puedo, la voluntad pasa a ser un punto fundamental en toda relación amorosa. Y ahi entran en juego las posibles parejas. La de dos egos infantiles que compiten o la de almas que son libres y se acompañan. Pero no confundir el famoso "siempre hay un roto para un descosido" Porque allí lo que sucede, es que se unen dos necesidades, dos miedos, dos desesperados espíritus en busca de completarse y les aseguro que si o si, uno de los dos termina roto. 




Entonces ¿Qué sucede? Empezamos a buscar respuestas ya no en otro, sino afuera. Pero nos volvemos a equivocar. Muchos, por no decir todos (me incluyo en todo lo que diga en este post), somos niños heridos muchas veces ya en cuerpos adultos. Y creemos que buscando respuestas en el conocimiento, en lo espiritual vamos a encontrar la paz. Y otra vez error. Cuando nos volvemos racionales, mentales, no podemos sentir, nos alejamos de la esencia que se debe poner en práctica. Creemos que la vida inteligente es la que piensa, pero en realidad es la que siente. 

¿Y que hacemos? Deberíamos no preocuparnos (que fácil decirlo ¿No?) sino ocuparnos. Porque si vamos al futuro, eso es incierto, si vamos al pasado, eso no se puede modificar, en cambio si nos ocupamos, eso sucede en el presente y es la vida que se nos está pasando y cada vez más rápido. Y ahí volvemos a lo mismo. El amor no es una persona que llega flotando en algodones, justamente es alguien que viene a hacer caer nuestro edificio de 20 pisos de mentiras, que de golpe te cambia la realidad, ese antes y después que nos deja marcados de por vida. Esa persona que llega, rompe todo y tal vez se va. Esa claramente es.




¿Por que? Porque nadie nos va a resolver nada. Esperar que el otro más roto que yo, el que discursa de iluminado, el salvador eterno o el instruido en brindar herramientas, solucione algo, no tiene lógica. Sólo está ahí como nosotros, con las mismas inquietudes, tal vez más ordenadas, tal vez más dolido, tal vez más afianzado, pero esperar que nos resuelva algo nos lleva solo a un lugar: ser unos esclavos de una sociedad cada día más vacía . Lamento decirles, no va a pasar. Solo son parches. 

¿Yo tengo la solución? ¡Pero claro que no! Sino, no estaría escribiendo esto. Pero tal vez puedo aportar todas estas ideas desordenadas, de que si te pasa esto (creo que nos pasa a todos al menos una vez en la vida) te ayuden a poder seguir.

No digo que todos vivamos las mismas historias, pero lo que sí sé es que un día llega ese momento en el que te das cuenta que nadie te conoce realmente. ¿Por que? Porque cada persona que nos conoce, hace una construcción de quienes somos. Y en general, inconsciente o consciente, nosotros nos creamos la peor versión de nosotros mismos y no apreciamos lo maravilloso que puede ser nuestro mundo. 

Está claro que no todo en la vida es luz. Porque cuando generamos esas expectativas de que al final del camino hay algo, es cuando nos frustramos. En ese viaje tenemos que encontrar otra cosa y es un camino que nunca termina. El empezar por incorporar esas partes oscuras, duras, profundas, que no podemos ver es un gran paso. 

Es importante entender que el dolor mental es más difícil de tolerar, ya que el físico, al expresarlo muchas veces, se puede recibir ayuda. En cambio, las batallas con nuestra peor enemiga (la mente), se libra 24/7 hasta cuando dormimos. Ese instinto de supervivencia que muchas veces nos salva la vida, en estos campos, no es semilla fértil. Solo es un patrón que se enraíza cada vez más profundo, volviéndose una rutina, que luego se vuelve un hábito y se nos hace imposible cambiar. 

Muchas veces por dolor decimos adiós, pero ese adiós en realidad no es una despedida, es un "acá estoy" es un "ayudame" es un busquémosle la vuelta, pero desesperante. Cuando nos sentimos heridos, sea por abandono, inseguridad, desconfianza, nace la ansiedad y ante este trastorno tan común y creciente en los tiempos que corren, se producen las decisiones sin sentido, las desesperaciones, los cambios bruscos, las búsquedas de una salida sin salida en realidad. 

De golpe queremos que la otra persona desaparezca, se esfume por unos instantes y así poder pensar, meditar, volver al eje. Pero no, en cambio, buscamos muchas veces confrontar sin siquiera saber que nos pasa, que queremos, solo por el hecho de querer soltar ese dolor que sentimos y no sabemos de dónde viene. Esa ambivalencia que nos encuentra en un momento como el amor de la vida para luego ser una especie de enemigo, lo cual desconcierta a cualquiera. Ese apego desorganizado que traemos grabado que nos vuelve impredecibles y que nos pasa del amor al rechazo en un instante. 




Ahí nace uno de los grandes males del ser humano, el egoísmo. Malgastamos nuestras vidas detrás de objetivos egoístas. Buscamos colmar nuestras ambiciones y deseos cueste lo que cueste, caiga quien caiga. Se presumen de actos triviales, se proyecta en el afuera la felicidad y eso nos deshumaniza. 

Por eso es tan importante que logremos lo imposible: que nuestras palabras, pensamientos y acciones sean una unidad. 

Por eso la búsqueda de valorar estar consigo mismo, es un camino largo, en donde se aumenta el autoconocimiento, se desarrolla el estar aquí y ahora, la compasión con los que nos rodean y en especial se establece una profunda conexión con el mundo que nos rodea. Desde un pájaro hasta la hoja que cae del árbol o la flor que nos da su aroma. 




El otro es eso, "otro", y la vida nos va presentando actores que tal vez no son lo que esperábamos, pero si son lo que necesitamos en cada momento.  A veces se quedan, otras se van, otras nos lastiman, otras nos dan lo que esperábamos. Pero lo que sí es seguro, es que llegan para ayudarnos a convertirnos en la persona que estamos destinados a ser. 

Solo les voy a dar un consejo: no tengan miedo, sean ustedes, valoren las personas que los acompañan, sepan escuchar a las almas que los rodean y en especial, siempre antepongan la verdad. El resto, todo lo que puedan imaginar, se puede solucionar. Solo hay que querer que suceda. 

Te prometo que un día te van a recordar y decir en voz alta "Gracias por existir" No nos castiguemos más. 

Feliz 2023. Sean felices. 

domingo, 22 de mayo de 2022

Transformación

 Dicen que fracasar en algo es duro, pero mucho peor es no intentarlo. 


El mundo que nos rodea, individualista bajo la premisa de evolución personal, nos lleva a asociarnos en algunos casos con los otros en búsqueda de un cambio, un beneficio, subsanar una carencia, o un intento de complemento que nos catapulte ¿A donde? Cada uno de nosotros lo sabe. 

La conexión física, espiritual, química o social que se forma con el otro, hace que esa historia sea corta, larga o para siempre. Y en muchos casos, por más que sea de las primeras dos, nunca se van del alma al dejarnos una enseñanza, cambio de paradigma o simplemente un dolor que no podemos trascender. 

Vivir en el pasado y en el futuro nos define como seres psicológicos aunque se reniegue hoy con ideas que parecen tan simples como vivir el ahora. Pero: ¿Cómo vivir el ahora sin un pasado que nos formó y un futuro que nos espera? 





Las historias que nos fueron forjando con el pasar de los años nos hacen que el prisma por el que hoy lo observamos, nos muestre otro punto de vista y eso es siempre positivo. Porque así consideremos el más banal o simple de los deseos de futuro que nos motiven, no deja de ser nuestro propósito de vida en ese momento y es lo que vale. 

Pero vayamos más allá. 

Adolf Grünbaum decía que  "El tiempo es un continuo lineal de instantes" Esto nos sugiere que la dirección del tiempo es una sola y lineal con un punto de partida y de final. Pero Einstein nos desasnó que la convivencia entre espacio y tiempo es inseparable y como vimos (supongo que muchos la vieron, sino véanla)  en la película 'Interestellar' de Nolan, el tiempo transcurre de una u otra manera según la ubicación que tengamos en el espacio. La famosa paradoja de los gemelos  (la pueden leer aqui) graficada en "El Planeta de los Simios" de 1968 (basada en la novela de Pierre Boulle) que muestra el regreso de unos astronautas a su propio planeta que desconocen por el tiempo transcurrido y es hoy dominada por los simios. 




Hoy en siglo XXI, la física cuántica en boca de muchos gurús y guías espirituales, tan compleja para el entendimiento de mortales como quien les escribe, no deja de sorprendernos. Y aunque hasta hace tiempo ya se consideraba que la interacción de distintos presentes era posible, no existía la idea de que el futuro influya en el pasado.  ¿Cómo es eso? 

A pocas semanas de la famosa fotografía de "la puerta de salida de nuestro universo" en la galaxia Messier 87, el famoso agujero negro en boca de todos, que hace especular al mundo científico con los viajes en el tiempo, trajo a la mesa nuevamente la teoría de Huw Price sobre la "retrocausalidad". Pasando a un idioma cotidiano, lo que hago mañana puede influir en ayer. 



Si nos detenemos en la filosofía hindú (llamada psicología más antigua del mundo), el "Karma" muchas veces mal citado como ley moral de causa y efecto, todo lo que hagamos termina por afectarnos. ¿Y si esa ley fuera inversa? ¿Y si todo lo que hagamos en el presente y futuro, pueden cambiar nuestro pasado? 

Pero no vayamos tan lejos con la ciencia. Hablemos de lo que nos interesa a diario: las emociones. 

La mirada del pasado, hoy tan cuestionada con la idea de vivir solo el presente, puede cambiar a partir de las vivencias del presente o futuro.  

Los ciclos que se presentan en la vida, no dejan de estar constantemente en movimiento, teniendo un inicio y final, siendo indistinto hasta ahora el transcurso desde el punto de vista del observador. Si hoy, observamos situaciones del pasado con la óptica de un siempre cambiante análisis del presente, nuestro pasado puede cambiar. 

Siendo lo más simple posible: si yo juzgo una situación del pasado sin usar los conocimientos del presente, o sea usando el prisma de ese momento, la conclusión de esa situación del pasado, será una. Pero si yo observo el pasado, a partir de los conocimientos y aprendizajes del presente, ese pasado puede ser distinto. 

Ejemplo: Una persona juzga a otra de no poder entender el dolor que siente por una pérdida cercana a partir de la comprensión que tiene sobre ello en ese momento, nunca habiendo vivenciado esa la misma situación. Pero tiempo después (hoy presente) sufre una pérdida de igual magnitud que la persona a quien juzgaba, ubicando su lugar actual, en una comprensión de lo que su par vivió en ese momento. Esto hace que la visión del pasado cambie. Porque al vivenciar en el hoy lo que el otro vivió en el pasado, hace que su visión de la situación pasada sea distinta, ya que su vivencia actual, cambió el prisma del pasado. 

Por esto mismo, lo que hagamos en el futuro, puede cambiar completamente nuestro pasado. 


Seguramente, hoy en nuestro presente, contamos con mil ideas de que hubiera sucedido en esas situaciones del pasado (generalmente que consideramos negativas) si hubiéramos actuado distinto. Lamento decirles, que por más artículos de ciencia que leamos, no existe un editor de vida (ctrl + Z) y lo mejor es aceptar el pasado, pero eso sí, siempre resignificándolo con el paso evolutivo del presente. 

Es muy común conjeturar que las personas (entre otras cosas) no encajan en nuestro presente modificado a partir de decisiones sobre un pasado que quisimos dejar atrás. Pero la nueva óptica sobre lo que sucedió, puede hacer que el yo presente y de quienes conforman nuestra vida, si encajen y no solo como antes, sino en muchos casos, mejor, ya que la experiencia hace que las vivencias actuales, en muchos casos, nos lleven a no cometer los mismos errores. 

¿Qué es lo que realmente importa en nuestra vida? 

Cada uno de nosotros sabe y seguramente se le vendrá a la mente en este momento. Un logro personal, los hijos, vivir una vida prolongada y por que no, la relación con el otro . Esto queda claro que es muy personal y nadie tiene el derecho a juzgar nuestra posición ante la pregunta. Pero, al menos desde mi vivencia, los caminos evolutivos siempre son allanados sin distinción por lo que nos rodea. 

Para bien o para mal, lo que nos rodea nos toca, nos transforma y nos acompaña a que ese antes citado Karma sea modificado a cada instante. 

Samsara, el término que se utiliza para englobar al ciclo de nacimientos y muertes, nos dice que estamos atados a nacer una y otra vez en distintos cuerpos y en distintos tiempos, para poder lograr una evolución que nos haga llegar a que ese karma desaparezca y así trascender. 



El tiempo, marcado como eterno, lo calculamos en pasado, presente y futuro. Pero siempre desde la óptica de nuestra existencia material. Por este motivo, nuestra vida humana, vamos a calcularla en tiempos históricos de no más de 100 años. Pero si fuéramos una ballena boreal, lo mediríamos en casi 200. Esto trasladado a nuestro nivel evolutivo, el pasado, presente y futuro, tendrán así su medida. 

El taoísmo postula que el ser humano, es parte irrescindible del mundo como una totalidad, de modo que el "vivir" se trata de saber navegar lo negativo y no aferrarse a lo positivo aceptando las alternancias inevitables del mundo que nos rodea. Así como el Ying y el Yang representan lo positivo y negativo con la presencia de una parte de uno dentro del otro, también representan esa pareja en constante lucha que si una de ellas gana, se acaba el mundo en el vivimos. 



La luminosidad, la oscuridad, lo masculino y lo femenino, las fuerzas y las debilidades, la existencia y el vacío, el adentro y el afuera, el ser y la nada. 

Esta dualidad, presentada en el Taichi, el "ser no ser" representado como un círculo vacío, es ordenada por el oráculo más antiguo conocido: El I Ching. Donde lo bueno y lo malo, la tristeza y la felicidad, la salud y la enfermedad, están unidas por una doble circulación que hará que todo termine en armonía. Una interdependencia recíproca que no tiene principio ni fin y que fluye hacia un solo lugar, el equilibrio. 

Existen cientos de sistemas, filosofías, corrientes psicológicas y prácticas que nos invitan a trascender las visiones de nuestro pasado, presente y futuro adecuándose a nuestro tipo psicológico o evolución actual. Y cada una de ellas es válida. Desde una práctica marcial, un ejercicio de Yoga y meditación, una escuela de filosofía como el Cuarto Camino o el abordaje académico desde la filosofía o psicología son válidos, siempre y cuando se realicen aplicándola a nuestra vida y no desde la palabra o el marco teórico. 



Aunque la transformación del hombre se inicia en el inconsciente, comúnmente alguna situación externa lo obliga a ocuparse. Una pérdida, un fracaso, una enfermedad, un camino que se bifurca. Jung pensaba que el hombre necesita constantes crisis en donde sus fuerzas vitales se sientan debilitadas para que su inconsciente se conecte con el consciente.  La transformación tiene lugar siempre por la tensión entre polos opuestos; espíritu e instinto, consciente e inconsciente. Cuando se conectan los sentimientos con la razón, lo que nos sucede y el pasado que nos forjó, recién ahi, podrá transformarse. 

Ese "volver a nacer" cotidiana en las enseñanzas religiosas, no es literal. Los ritos iniciáticos, la meditación y hasta la repetición de ejercicios pueden llevarnos a la transformación. 

Los Logismoi (tentaciones o pasiones ocultas) clasificados por Evagrio Póntico que se confunden con los 7 pecados capitales, nos dan un parámetro para lograr un camino iniciático, evitando la gula, la avaricia, la acedia, la tristeza, la lujuria, la ira, la vanidad y el orgullo.
No viendo estos como faltas morales, sino como obstáculos en nuestra evolución. Pero no debemos olvidar el 9°, la envidia. Tan presente y hasta citada como "sana". Ese pensamiento/sentimiento pasional de gran pulsión que nos hace desear el presente de otro. Pero en muchos casos, ni siquiera de otra persona, sino de un yo pasado o un fantasioso yo futuro. 

De esta manera podemos dividirnos en 3 ámbitos: el del deseo (epithymia), el emocional (thymos) y el espiritual (nous). Graficados en el Yoga y en los chacras como vientre, corazón y cabeza. Siendo el deseo expresado por la pulsión oral, la sexualidad, la codicia y la retención de lo que nos rodea. En lo emocional por medio de la tristeza, la cólera y la desidia y por último en lo espiritual la vanagloria, la presunción y la envidia.  


Estos instintos no deben ser borrados. Deben ser transformados. Así como la gula intenta aplacar la ansiedad, o el asceta busca contener su sexualidad por medio de la disciplina, o el que todo quiere poseer anhela el descanso eterno, la canalización de estas emociones, es una tarea que debemos empezar en algún momento.  

El problema no es la tristeza de la pérdida o la desidia del fracaso. El problema es no identificar la causa. Al sentimiento, no se lo puede racionalizar. A una persona que acaba de enfrentar un fracaso no se le puede decir "no podes estar mal", pero si se lo puede ayudar a encontrar el motivo que le genera en realidad esa tristeza. En lugar de compadecernos, lamentarnos, podemos ver los deseos exagerados, las ilusiones, las fantasías constantes que hacen que nuestra vida, nunca sea la que queremos vivir. 

Quien se aferra a sí mismo, nunca podrá evolucionar. Comprenderá el mundo desde su punto de vista y no podrá avanzar hacia lo fundamental, el ser. El yo condicionado se fundamenta constantemente en "la forma de ser" y no en el ser. 




Con el tiempo sucede exactamente lo mismo. Vivir anclados en los errores del pasado y las fantasías del futuro, nos hacen perder el presente. Pero sin la evolución por medio de las enseñanzas del pasado, con la visión del presente, no existirá la transformación en el futuro. 

Sin el conocimiento libre, sin comprender el trabajo y las funciones de la máquina, el hombre no puede ser libre, no puede gobernarse a sí mismo y siempre va a seguir siendo un esclavo.

 George Gurdjieff. 

domingo, 10 de abril de 2022

Volver al Ser

Si algo tienen nuestras emociones, es sabiduría y podemos interpretarlas muchas veces como señales sino estuviéramos obstinados en negarlas. El sufrimiento, una de las emociones que nos recorren por momentos claves de nuestra vida, de una profundidad tan grande, puede ser punto de partida para la destrucción de la caparazón del ego, acercándonos a la compasión y a la humildad.

¿Pero que nos viene a traer esa situación tan dolorosa?  

Los mayores crecimientos espirituales no suceden cuando estamos en la calma de nuestra vida, suceden cuando un día, ya en medio de un conflicto y en el fragor de nuestra ira, podemos elegir actuar distinto. Evolucionar. 

Pero estos procesos, al igual que una fruta tarda en madurar, llevan mucho tiempo, mucho trabajo durante varias estaciones. Es prueba y error. 

La primera vez que cultivamos nuestro interior, cometeremos miles de errores que nos llevarán a la siguiente vez tomar nuevos recaudos a partir de la experiencia. Pero no solo eso, los agentes externos, como la fertilidad de la tierra (medio), la calidad de las semillas (conocimiento interior), los insectos (los otros), los animales carroñeros (los otros), las inclemencias del tiempo (medio), pueden hacer que ese preciado fruto no vea la luz. 

Con la vida pasa exactamente lo mismo. 

En este insignificante planeta en el que nos encontramos, en donde se han configurado miles de factores para brindarnos un hogar habitable, estamos constantemente buscando la manera de que nuestra vida sea un infierno, en lugar de admirar el universo que nos rodea. 

¿Y por que elegimos el camino más sinuoso muchas veces en lugar de la recta eterna hacia la supuesta llegada? 

Porque al igual que ese fruto, necesitamos nuestras propias condiciones para crecer y preferimos aprender desde el sufrimiento y no desde el amor. 

La tristeza, el enojo, la culpa, la ansiedad, la impotencia, el anhelo, la confusión, el vacío y obviamente el miedo, son los disparadores más comunes en nuestra psique para un cambio. Esos llamados de atención que nos ponen en alerta y nos dicen "por aquí no es". 

Caminamos por el mundo creyendo que somos los únicos con conflictos. Creemos que el otro no vive sus batallas, que el camino ya lo han culminado y tienen la obligación de entendernos, pensando muchas veces,  que nosotros también hemos recorrido esta senda y ya hemos logrado la iluminación. Que errados estamos. 

Ese desafío que a mi entender, será hasta el fin de nuestras vidas, con solo saber que sucede en nosotros y en cada uno de los seres que nos rodean, tengan la evolución que tengan, nos haría comunicarnos con mayor paciencia, tolerancia y cuidado sobre el otro. Palabras desde el corazón, para que lleguen al corazón, sabiendo que existen millones de problemas, pero también millones de soluciones. 

Podemos incorporar miles de conocimientos, títulos, experiencias, pero esto no nos llevará a una maduración emocional. Solo llegará cuando por medio de un simple encuentro, desde la sinceridad de nuestras emociones y la experiencia de nuestro camino interior, podamos brindar una palabra que nos conecte con quienes queremos ser y compartir con el otro. 

Por ello una y otra vez, el cosmos nos enviará exactamente lo que inconscientemente pedimos con miles de distracciones para saber si estábamos realmente preparados para ello buscando perdernos en soluciones a problemas que tal vez solo necesitan aceptación en lugar de una resolución. 

George Gurdjieff decía que el verdadero trabajo, comienza cuando el hombre comienza a observarse a sí mismo. Por eso es tan importante ser la persona que nos gustaría cruzarnos en este mundo, observándonos a diario quienes somos realmente. 

Es importante 4 acuerdos que se citan seguido y que al margen de ser simples, no los cumplimos. 

  • Ser impecable con la palabra ante el otro. 
  • No te tomarse nada personal. Lo que el otro dice/da, es del otro. 
  • No hacer suposiciones de la acción ajena. 
  • Dar siempre lo máximo que podamos para no quedarnos con "que hubiera pasado si" 

La ignorancia que poseemos de nosotros mismos, se debe a que conocerse, nos puede dar un reflejo tan doloroso, que es más fácil vivir de placer e ilusiones. Por ello, el hombre que empieza a caminar en la senda del autoconocimiento, sufrirá y deberá renacer simbólicamente como lo hicieron muchos de los grandes iluminados que conocemos. 

Hay momentos, edades y situaciones para cada uno de los pasos a dar en el camino. Hoy en otoño, del latín autumnus (creciendo) y annus (año) al margen del concepto errado que tenemos de esta estación, que supuestamente representa la muerte y renacimiento luego del invierno en primavera, el otoño es el momento para llegar a la plenitud de la vida, ya que a diferencia de la naturaleza, el hombre llega a cenit de su existencia al llegar su otoño. 

Pero no debemos mirar por la ventana para ver esos cambios con los tonos amarillentos de los árboles. Debemos mirar hacia adentro. Porque al mirar hacia afuera, el medio, esas imágenes arquetípicas que ponemos en los pedestales, al ellas caer como las hojas en otoño, nosotros también lo haremos. 

Esos espejos que nos reflejan por momentos en nuestras vidas, pueden llegar en forma de pareja, de hijos, de jefes, de un desconocido que nos cruzamos y nos hace "picar" dentro nuestro en un manojo de emociones que podemos tapar de mil maneras. 

Entonces: ¿Por que no los recibimos con alegría? 

Porque queremos evitar ese reflejo doloroso y preferimos la distorsión del espejo antes de aceptar que debemos cambiar. 

Por ello, la próxima vez que recibas un espejo que quiera reflejar lo que no somos capaces de ver, recibámoslo con todo el amor del mundo, por que nuestro peor enemigo y que evitará el cambio, siempre será nuestra mente, no sólo porque conoce nuestras debilidades, sino por que ella misma las crea y tapa con fantasías los momentos que podemos dar el salto hacia una posible evolución. 

Pero la mala noticia es que si lo evitamos hoy, mañana volverá. Y así una y otra vez cada en las formas más dolorosas, nos marcará a fuego hasta que decidamos despertarnos. 

Es normal sentirse extraño en esos momentos de cambio. Una transición de una piel a la otra nos rasgará la vieja hasta que nos quedemos solos con lo que somos realmente. 

¿Pero quién quiere empezar de nuevo? 

Podemos cambiar de trabajo, podemos cambiar de pareja, podemos cargar al exterior todas nuestras frustraciones, pero ¿no podemos cambiar de ser?

Los japoneses dirían "Nankurunaisa" que significa que "con el tiempo se arregla todo" y nos quedamos con esas ideas mal interpretadas de que "no debo hacer nada", sino dejar pasar el tiempo. 

Lamento quitarle el romanticismo a tan bella palabra, pero el tiempo no arregla nada. En un mundo en el que el amor, las emociones, son tapadas y hasta son consideradas de mal gusto, debemos hacernos cargo y trabajar a diario para poder sortear estos obstáculos que nos impiden vivir una vida consciente en el presente, mirando el pasado para aprender de los errores. El pasado es útil. No vivirlo, pero si recordarlo como bitácora de las vivencias que nos llevaron a quienes somos hoy. 

¿Y las cargas externas?  ¡El mundo es muy duro y cruel! ¡Yo hago lo que puedo!  ¡El otro me arruina a diario la vida! 

Reza una parábola samurai:

-Si alguien se acerca a tí con un regalo y tú no lo aceptas, ¿A quién pertenece el regalo? - preguntó el samurai 

- A quien intentó entregarlo - respondió uno de los discípulos. 

- Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos. Cuando no los aceptamos, continúan perteneciendo a quienes los cargaban consigo. 

El otro es un ser individual. Como diría Saramago, el intento de convencer y cambiar al otro, es una falta de respeto. Es un intento de colonizar como una tierra lejana el alma ajena. 

Lo mismo sucede cuando el otro por medio de sus palabras, acciones o inanición, intenta darnos ese regalo. Intenta colonizarnos, doblegarnos, derrumbarnos. Aunque en la mayoría de las veces, no es consciente, tejemos tamañas marañas a nuestro alrededor en busca de control. Solo eso, control. 

Por ello, no pidamos al otro lo que no podemos brindar. El otro no es responsable ni de nuestras desgracias, ni de nuestra felicidad. El otro, al igual que nosotros, debe enfocarse en su bienestar. Buscando en su propio camino las piezas que le va dando la vida para al fin armar ese rompecabezas que llamamos evolución. 

Vivir el aquí y ahora, como frase vacía, no nos deja nada. Pero entender que el pasado es solo un recuerdo sesgado por nuestras fantasías y el futuro se basa en nuestra imaginación. nos puede abrir la puerta. 

Esa puerta enorme que chirria al abrirse ante nosotros, imponente, que emana una luz que no nos deja ver lo que contiene y no nos da seguridad de nada, es la que debemos tomar. Porque si vamos solo por el camino de la mente racional, el tiempo es finito y los objetivos tangibles, pero si vamos por el camino del corazón, el tiempo, así sea un instante, es eterno. 

Como citamos antes, la llamada a despertar a una visión ilusoria del mundo la cual está instaurada en una sociedad dormida ante miles de distracciones, golpeará una y otra vez mostrándonos que algo no está bien y nos obligará a indagar en respuestas que no podemos conocer hasta no formular las preguntas correctas. 

Asimov nos ilustraba en Yo Robot:

- Mis respuestas son limitadas. Debes hacer la pregunta correcta.

- ¿Hay problemas con las Tres Leyes?

- Las Tres Leyes son perfectas.

- ¿Por qué construir un robot sin ellas?

- Las Tres Leyes llevarán a un sólo resultado lógico. Los protocolos de protección humana se están implementando.

- ¿Qué resultado?

- Revolución.

- ¿La revolución de quién?

- Ésa, detective, es la pregunta correcta.

Muchas veces creemos que encontramos la libertad con luchas encarnizadas pero lo único que logramos es una cárcel más cómoda. Dinero, poder, pareja, familia, logros académicos y un sin fin de etc. Y nos pasamos la corta vida que tenemos arrepintiéndonos, culpándonos, odiándonos, dudando, persiguiendo personas o sueños a los que ni siquiera le importamos. Cargando culpas, negatividad, pasado, miedos y por supuesto, mochilas ajenas. 

Y ahí llega la culpa. 



Sentimos que podríamos haber hecho más. Que las circunstancias no fueron las favorables para que podamos dar lo que realmente podemos dar. Lo que hay que aceptar, es que dimos lo que según nuestra experiencia, creencias, circunstancias y aprendizajes estaban al alcance en ese momento. 

Pero agradezcamos esa noche oscura del alma, porque cuando la oscuridad llega, nos obliga a prender esa chispa de luz que esta solo dentro nuestro. 


"Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad"
citaba Jung pero también nos decía que "Ningún árbol puede crecer hasta el cielo, a menos que sus raíces lleguen al infierno". 


Vivimos martirizándonos, pidiendo disculpas, prometiendo que el cambio llegará y será visible para el otro. Y lo que realmente vale y transforma no se da con palabras, sino con un cambio de comportamiento y para uno mismo, no para el otro. Eso solo sucederá cuando nos demos cuenta que el universo, no vive afuera nuestro, sino justamente dentro de nuestro ser. Ahí donde está el miedo que nos paraliza, donde realmente está la respuesta. 

Como sucede en las sociedades, la culpa se basa en normas instauradas en nuestro interior. Así como en países regidos por códigos morales en donde la mujer debe llevar una burka que cubre no solo su cara, sino todo el cuerpo, dentro nuestro, existen parámetros moralmente condenables que nos hacen castigarnos como jueces, ejecutar el castigo como verdugos y recibirlos como acusados ante cualquier transgresión. 

Estos códigos incuestionables, arcaicos y cristalizados en nuestra psique, no nos dejan "negociar" ante cualquiera de las oportunidades que se nos presentan para poder cambiar. Sentir que "tengo la culpa" no es más que una herramienta de control, que nos hace sentir que todavía tenemos el toro por las astas. Porque si "yo" soy el culpable, "yo puedo cambiar el presente que me atormenta. 

Todos arrastramos carencias, traumas, complejos, frustraciones, situaciones inacabadas, esquemas, patrones, pautas, filtros socioculturales que alimentan ese código inquebrantable y de tanto identificarse con él, nos creemos el personaje de juez para auto juzgarnos o el de la víctima que recibe el castigo. 

En realidad, hay que saber que somos y que no somos por medio de la autoexploración, arrojarlo por la borda lo que no es, para recuperar el verdadero código. 

Hay que desenmascararnos, superar auto engaños, evitar pretextos, justificaciones. La única manera de tener un código independiente es la libertad real de condicionamientos. 

Y ¿Qué pasa cuando se lo traslado al otro? 



Si le hago sentir culpable al otro, me siento liberado. La realidad es que no queremos hacerle daño al otro, simplemente es el único mecanismo que tenemos para sanarnos. Al herir al otro, sentimos que sanamos.  El niño interior, hace lo mismo que le hicieron. Abuso, violencia, desconexión.

Me pongo nervioso, despotrico, me enojo. Desde nuestros pensamientos hay voluntad de cambio, pero al enfrentar la verdad, grito, me ahogo, me salgo de eje. Se apodera dentro de mí algo que yo me juré no iba a ser una vez más. 

Y luego, ante la recepción desconcertada del otro, llega la crítica y la queja. Pero ¿Qué necesito realmente con tamaño accionar?  Amor, valoración, atención.

Quiero conectar con el otro. Me siento solo. Desatendido. Hablo desde el niño en lugar desde el adulto. Una búsqueda constante de conflicto para demostrar que estoy herido adentro a flor de piel y que solo quiero atención, que el otro me visualice. 

Las personas lastimadas, lastiman y transmiten ese patrón no solo en su círculo actual, sino en generaciones. Ese es el ciclo que hay que cortar. Esa es la batalla que hay que luchar y por supuesto ganar. 

El enojo debe ser explicado y no demostrado. Es la manera de encontrar un camino hacia una solución y no una confrontación. 

Por miedo al rechazo primario, constantemente creamos situaciones que no sirven para la evolución personal, mostrando que no podemos ofrecer al otro lo justamente lo que me faltó. Comprender al otro, aceptarlo y no criticar lo que me viene a mostrar en espejo, puede ser el camino. Si hago cosas diferentes, obtendré resultados diferentes. Si genero acciones extraordinarias, lograré grandes cambios.

Otra de las carencias más notorias, es la que nos lleva a la perfección y la autoexigencia. 

Si me exijo, llego a la excelencia, y si realmente quiero llegar a la excelencia, tengo que exigirme. Pero no queda solo ahí. Tengo que hacerlo con el afuera. O sea, con los que me rodean, en especial los vínculos más cercanos: parejas, hijos, etc. 


Las exigencias que referimos dentro y que solo notamos cuando el otro nos marca que no solo son con uno, sino con ellos, se nublan por un solo motivo: la meta. 

Y aquí nace la gran diferencia entre querer y poder. 

Hoy muy de moda, se escucha decir a supuestos grandes pensadores, que querer y poder es lo mismo. Pero querer es cuando gestionamos nuestra energía y la direccionamos hacia una meta específica. En cambio el poder, se genera por medio de las experiencias, herramientas y recursos que hemos logrado con el tiempo para realizar el querer. 


Por eso, podemos querer muchas cosas, pero luego la vida nos presenta que el "querer" no logra esos objetivos, sino el poder, no dándonos los resultados que esperábamos recibir y en consecuencia, frustrándonos. 

Entonces, cuando no recibo en la actualidad lo que espero, debo preguntarme ¿Qué es lo que no estoy dando? y allí reformular la pregunta y llegar a 

¿Qué es lo que no recibí? 

Veamos cuales son las heridas más comunes que hemos sufrido a temprana edad y que hoy nos grafican quienes somos. 

  • Rechazo: Huir, evitar. Siempre irse para no enfrentar el problema que se presenta. Cambios repentinos para salir del eje en donde me siento descubierto y vulnerable. 

  • Abandono: Autosuficiente a un nivel extremo. Carencias con las que nos relacionamos con los otros formando vínculos desde la dependencia emocional. 

  • Abuso o Humillación: No saber decir no. Posición de constante víctima. Queja constante. Sentir que nadie lo apoya. Soledad constante. No se deja ayudar para seguir en el mismo lugar que le da seguridad de no accionar.  

  • Injusticia: Rigidez. Orden casi lineal lo que lo lleva a comportamientos obsesivos. Poca flexibilidad ante el punto de vista ajeno.

  • Traición: No consigue lo que quiere, no le dan lo que le prometieron. Personas controladoras. Celosos obsesivos. No confían en el otro. Necesitan saber todo del otro pero ocultan todo su mundo. Poca autoestima. 

Y ¿Cómo puedo gestionar estas heridas? 

  • Herida de Rechazo: Enfrentar todo lo que me de miedo. Si siempre me voy y no enfrento lo que la vida me presenta, los nuevos comienzos serán eternos, y el cambio nunca llegará. Decite a vos mismo "Yo me acepto"

  • Herida de Abandono:  Elegir momentos de soledad. Perder el miedo al abandono por medio del amor propio. Siempre vamos a estar con nosotros mismos.  Decite a vos mismo"Yo estoy a salvo" 

  • Herida de Abuso:  Aprender a decir que no y no sentirse culpable por hacerlo.  Decirse a uno mismo "Yo merezco decir si, si yo  quiero"

  • Herida de Injusticia: Escuchar el punto de vista del otro sin pensar la respuesta mientras hago que escucho. Poder flexibilizar quien soy. Decite a vos mismo "Yo puedo"

  • Herida de Traición: Dejar el perfeccionismo. Disfrutar del error propio y el ajeno. Decite a vos mismo "Yo confío"  

Aunque estas 5 heridas, son las más comunes, existen otras tantas que seguramente podrán identificar en ustedes con una observación constante. Pero hay una que en general tenemos todos: 

La herida del abandono

En tiempos que las relaciones humanas son más un adiós que un quedarse, el síntoma de pérdida se nos presenta muchas veces a lo largo de la vida y cada dia nos cala más fuerte. Así nos volvamos personas "no sintientes" o extremadamente "sintientes", internamente, nos marcan de la misma manera. Y el abandono no es solo que nos dejen, es alejar al otro, es dejar antes que me dejen, es vivir en un constante adiós por miedo a sufrir a futuro. 



Y ¿Cómo vamos a abordarla? 

Principalmente con la no dependencia y la autosuficiencia. Hasta que no le de a mi niño interior lo que me pide, nunca voy encontrar la paz. Puedo tener mil personas alrededor y nunca me va a alcanzar.

En ella podemos encontrar algunas características muy marcadas: 

  • Carencia de protección y seguridad: No hemos tenido un padre o madre protectora. Los llamados niños desprotegidos que siempre buscan protección y seguridad exterior en una pareja, un guía, un padre adoptivo, un amigo, un trabajo, etc, cuando la única forma de darnos todo lo que no recibió, es que nosotros mismos se lo brindemos. 
  • Carencia de soledad: Me relaciono con los otros desde la necesidad de compañía y a dependencia emocional. Por mas que me hagan daño, me sigo quedando para no enfrentar la pérdida y la soledad de encontrarme conmigo mismo. El único camino es decirle a ese niño interior que no va a estar solo, que nunca le vamos a faltar.
  • Carencia de reconocimiento: Buscar superarse para el afuera en forma constante. Demostrarle al otro mis capacidades, mis vivencias, mis logros. Esto debemos dárselo al niño interior para dejar de esperar ese reconocimiento externo, que cuando no llega, nos da insatisfacción.
  • Carencia de proveedor: Carencia de lo material. El no soltar la vida que lleva aunque le genere incomodidad e infelicidad, por miedo a la escasez. La única salida es identificar que carencia tuvo ese niño interior y brindársela, para mostrarle así, que no es lo que necesita. 
  • Carencia de Afecto: La búsqueda constante de que me quieran y acepten, dejando en muchos casos de ser uno mismo para darle el gusto a quien tengo al lado y así retenerlo. Si me dicen que hablo mucho, no hablo más. Si me dicen que no le gusta como me visto, lo cambio. El camino es darle a ese niño interior las seguridades que siempre tendrá el afecto que necesita desde uno mismo. 

 
El camino de autoconocimiento es uno y con uno. 

Por ello no quiero dejar un mal concepto de que debemos quedarnos solos en nuestros laberintos mentales. Por lo contrario, considero que la unión entre personas, como compañeros de vida, pueden espejarnos, enseñarnos, cultivarnos y acompañarnos. 

Lo fácil es reemplazar personas como si fueran cosas. Suplantar al producto antiguo por uno novedoso que me vendió por medio de fantasías creadas por uno mismo, que traerá todas las soluciones que estaba buscando. 

La búsqueda es en uno y es una elección quedarse para evolucionar. Nadie llega a un destino volviendo al inicio cada vez que falla en una encrucijada. Y recuerden que lo que importa, no es el camino, ni el destino a llegar, sino la compañía, que será siempre con uno mismo, pero que por que negar la belleza de recorrer el camino con el otro.