Ese impulso que no podemos detener y que luego nos trae problemas, o como diría el Tao, tal vez no. Tal vez ahí somos o hacemos lo que realmente somos o queremos.
Por momentos le ponemos mil nombres: angustia, estrés, mal trago, inquietud, capricho, nerviosismo. Pero es eso, ansiedad. Muchas veces de la mano de otra amiga, la depresión. Y es imposible el balance.
¿Y que la produce? Sería muy fácil hacer un listado como si supiéramos, pero depende mucho de cada ser, de cada momento de la vida, de cada situación que se nos presente. Hasta hay factores químicos. Eso no quita que se puedan modificar.
Desde que nacemos somos bombardeados por miles de estímulos, y con ellos llegan otras cosas como juicios, consejos, represiones, inhibiciones y miles de pautas que hay que seguir para "encajar" en un mundo cada vez más desorganizado y poco acorde con la naturaleza humana.
Esta especie de adoctrinamiento que nos van moldeando por medio de filtros socioculturales y da forma al tan en boca de todos hoy, el Ego. Un mundo mental y autorreferencial que se siente vulnerable ante todo lo que pueda limar su imagen narcisista.
Nuestra constante necesidad de seguridad, hace que en mayor o menor medida, crezca el temor, el apego, la visión sesgada de la realidad, los deseos y por supuesto con todo esto llega la ansiedad. Siempre mirando hacia afuera y no volviendo hacia el ser, el lugar donde podemos encontrar la paz y todas las respuestas. ¿Pero es tan así?
Así como sucede con las resistencias físicas, lo mismo pasa con las psíquicas. Unos tienen mayor resistencia a los estímulos, otros menor.
Muchas de las experiencias que podemos llamar negativas, pueden generar traumas a largo plazo, deteriorando gravemente la psique de estas personas las que muchas veces pasan a ser seres incomprendidos, ensimismados y vistos por un ojo sin análisis como narcisistas, egoístas o egocéntricos.
Por este motivo, el ambiente es clave en el desarrollo. No solo de los niños al nacer, sino de los adultos que recibieron a temprana edad esos condicionamientos. No hablamos de vivir en una caja de cristal, pero sí de priorizar el ambiente sobre los mandatos. Un ambiente no acorde con nuestras necesidades de estabilidad psíquica obviamente va a generar un desequilibrio. Este puede ser temporal o en muchos casos permanente.
Por estos motivos es importante entender bases muy marcadas de la sociedad que lamentablemente nos forma. Una sociedad que busca explotar, minimizar, aplacar a los supuestos débiles y exaltar a los fuertes con una constante competencia desde moral a física, desde amoral a espiritual. Siempre hay un motivo para enfrentar y en su defecto crear ansiedad.
La sociedad, que como bien rezaba el tango "Los inmorales nos han igualao", nos desconcierta. Con el pasar de los años nos damos cuenta que ser implacable, calculador, inescrupuloso, ventajero, pareciera ser un atajo a la realización. Pero luego nos pasa factura el que nunca se equivoca: nuestro inconsciente y ahí comienzan a formarse un mundo psíquico en caos constante, plagado de contradicciones, conflictos y mentiras a uno mismo.
Por un lado nos guían los supuestos preceptos morales, pero por el otro nos aplastan las necesidades de triunfo, de mejora, de poder, de conquista, de valor propio que nosotros mismos no nos damos. Y aqui no solo se presenta la ansiedad en sí conocida, sino la social. La que todos tenemos que ser presidente, astronauta o el mejor del equipo. Y el gran problema es que estos conflictos son de carácter subconsciente. No sabemos de dónde vienen y por que llegan. Y ahi la ansiedad es una simple respuesta por desconocer las causas.
Las tendencias contradictorias que vivimos dia a dia, nos muestran que esos pequeños destellos de lucidez, de intentar salir de ese laberinto de sin sentido, tienen que batallar con una lista interminable de mecanismos internos que hacen que duren solo un instante y volvamos a la satisfacción del momento placentero, sin darnos cuenta que lleva años romper las barreras. Simples placebos.
Ahí nace la dependencia del otro, la exigencia extrema hacia el entorno o el aislamiento. Queremos que el otro nos de todo lo que no pudimos lograr, que el otro sea lo perfectos que no pudimos ser o encerrarnos en nosotros mismos para que el mundo sea tan perfecto que ni un solo individuo lo pueda alterar. En una de estas 3, estamos todos.
Falsas expectativas, frustración, desencanto y un sin fin de sentimientos que le cargamos al otro por "no ser" lo que esperábamos. No solo a las personas. A los trabajos, al mundo, a la sociedad, a los amigos, a los gobiernos, a la mascota, hasta al clima! Queremos que todo sea, no perfecto, sino acorde a nuestra necesidad el momento. Si estoy casado quiero soltería, si llueve quiero solo, si hace frio quiero calor.
Lamento decirles, que el mundo es como es y depende de nosotros mismos encontrar la paz más adentro que afuera.
Si no somos felices como somos, tenemos que cambiar.
Si la vida que llevamos no es la que nos hace felices, tenemos que modificarla. ¿Que nos impide hacerlo? La mal definida madurez lleva años. Madurez no es tener casa, auto, trabajo, 2 hijos y pareja. Madurez es hacernos cargo de que la vida que llevamos no tiene sentido alguno y que debemos enfrentarnos a nosotros mismos para cambiar.
Y ahí aparece la lista de mil condicionamientos: el medio, la familia, el país, los ingresos, la casa, el auto, el hámster (já). La paz interior no se compra en Mercado Libre, se gana con el tiempo y con mucho, pero mucho esfuerzo.
¿Les vengo a pedir paciencia en un post de ansiedad? Claro que no.
Con 43 años, como le sucede a todos los individuos por igual, sufrimos un estancamiento interior. Conocemos mucho, pero nos conocemos poco. No podemos controlar las compulsiones, que el subconsciente nos domine no solo en nuestro interior, sino en la interacción con el medio. Tenemos una mente que fluctúa constantemente, pendula, se contradice, se rigidiza y vive aislada en un gran castillo protegido por un ego totalmente infantil mirando una película que guioniza nuestras más fantasiosas creaciones. ¿Por que? Por miedo.
¿Y que tiene que ver el miedo con la ansiedad? Todo.
La incertidumbre y la contradicción en ambos son constantes. Nuestra mente crea temores infundados a diario, nos condiciona. La peor batalla siempre es con nuestra mente. Y ese miedo muchas veces viene aparejado de la ira, dos sentimientos que lo demostremos o no, todos tenemos adentro. Unos gritan, otros escriben, unos rompen un plato, otros se enferman de cáncer, unos descargan con la terapia, otros toman pastillas.
Pero la base es siempre la misma. Carencias internas, apego, demanda de seguridad, asociación de lo que nos pasa con hechos del pasado, falta de control emocional. Seamos hiper sensibles o hiper duros, la respuesta es la misma. Miedo al rechazo. Uno hará el papel de víctima, el otro el de tirano. Y así andamos por la vida chocando como Minions.
Muy linda la teoría que todos sabemos, pero ¿Que hacer?
Tenemos que empezar por entender que la ansiedad viene de una inarmonía interior. Cualquiera de lo antes citado puede ser la que lo genere, pero lo importante es aceptar que esa inarmonía hace que la bola de nieve sea cada vez mayor sino lo interiorizamos.
Somos niños que no podemos aceptar las situaciones no placenteras que nos presenta la vida y necesitamos culpar a alguien por ello. Vivimos como víctimas de nuestra desesperación por que el mundo nos vea, nos haga especiales, cuando somos 1 en 7 mil millones de seres.
Vamos por ahi parchando la vida, auto engañándonos, creando estabilidades ficticias reemplazando personas, lugares, tendencias. Siempre miramos el afuera, pero no el adentro. Que difícil es estar adentro. Que difícil es estar uno sentado consigo mismo mirándose a los ojos y decirnos "bueno, somos nosotros" ¿Que queremos? ¿Que nos gusta? ¿Que anhelamos? Pero no esas cosas que duran un instante y otra vez el vacío. Qué necesitamos realmente para estar en paz y sentirnos plenos.
Qué sentido tiene esta vida si realmente no encontramos lo que queremos para la nuestra. Y ahi van a contestar todos desde la carencia de sus fantasías: un auto, una casa, una pareja, un título, vivir en otro país, un hijo, la montaña, el mar, ser más alto, más flaco,más bajo y un sinfín de etc. Siempre lo que no tenemos es lo que queremos. ¿Y todo lo que tenemos? Nunca disfrutamos de lo que hay (siempre hablo de mi, tal vez ustedes disfruten). Estamos siempre viendo la vida desde la carencia. ¿Ese es el camino que queremos transitar hasta morir?
Ah sí, por que un dia nos vamos a morir. Es lo único que sabemos de esta vida.
Es muy fácil la teoría del ser "individual" de ser un "ser de luz" que es autónomo que solo quiere compartir y salta entre nubes de algodones en su unicornio. Que hay que estar sanados y perfectos para emprender un vínculo.
Eso no existe, o si existe es para personas que claramente no me van a estar leyendo esto. En el mientras tanto seguimos creando una sociedad individualista que ante el primer conflicto huyen en búsqueda de sus supuestos sueños reemplazando lo que nos rodea como si fueran pasajes a nuevos estadíos.
Nos siguen vendiendo que existen las personas por temporadas, que hay que soltar, que la vida es una sola y hay que vivirla. La cantidad de cosas que nos estamos perdiendo por no construir como adultos. Vemos al otro como un estorbo, como una traba, como un ancla que no los deja avanzar, la culpa siempre es del otro.
Hay que hacerse cargo. Hay que dejar de demandar a las parejas, a los trabajos, al país, a la situación actual, a la vida misma. Nuestro bienestar está en nosotros, no en los demás. Ese es un primer paso para que todos los mecanismos que generan el miedo y en su defecto la ansiedad se frenen. Se que no es fácil, todos sufrimos de una gran ansiedad por más que se la adjudicamos al otro.
Ansiedad no es hablar mucho, ansiedad no es querer comunicar lo que nos pasa, ansiedad no es pegar un grito, ansiedad no es llorar de la nada, ansiedad no es levantar la mano para pedir ayuda, ansiedad no es muchas de las cosas que creemos. Ansiedad no es nada de eso pero es todo eso.
Para empezar a trabajar esto, que es la base de todos nuestros problemas, tenemos que fortalecer los siguientes puntos:
- Ecuanimidad (mantenernos serenos ante lo que nos acontece)
- Recta Aspiración (que lo que aspiramos en esta vida sea valioso para nosotros realmente)
- Energía (Fuerza de voluntad ante este trabajo)
- Actitud abierta y amorosa (escuchar al otro, ser amoroso con la palabra y las acciones)
- Altruismo (Buscar el bien común en forma desinteresada)
- Confianza en las propias potencialidades (valorar lo que somos y tenemos para dar)
- Intentar el desapego (por más que parezca imposible)
- Esfuerzo metódico (ser metódico en nuestro esfuerzo por superarnos en estos campos)
- Concentración en nuestro objetivo (saber que el camino es el objetivo y es diario)
- Benevolencia, tolerancia. (saber que vivimos en sociedad y no todo es como esperamos)
Terminemos con la fantasía de la perfección. Las personas se eligen o no. Con defectos y virtudes. Conociendo luces y sombras. Pero antes tenemos que conocer al conocedor, sino le estamos exigiendo al entorno que nos de lo que nosotros ni siquiera sabemos que queremos y en su defecto, no podemos darnos.
¿Y cuando no podemos controlarlo y nos llega la ansiedad?
Primero hacer algo que nos saque del momento. Caminar, llamar a alguien que sabemos nos trae los pies a la tierra, escribir, correr, ir al gym, meditar, hacer Yoga, darnos un baño, etc. No importa el método, primero hay que bajarla.
Pero también hay que evitar el foco de conflicto con el otro y hay que aceptarla y saber comunicarla. "Estoy ansioso, necesito salir de esta situación, en otro momento seguimos" Y esos son los momentos en los que la receptividad del otro es tan importante.
Luego de varios salvavidas de este tipo, más tranquilos, es el momento de conectarnos con nosotros mismos. No hacen falta grandes pantomimas para generarlo. Sentarnos a meditar lo que nos sucedió, volcarlo en una observación de si en un papel, o como gusten.
Ahí tenemos que sincerarnos y encontrar el motivo. En especial siguiendo un camino de autoconocimiento para que no nos engañen todos esos mecanismos antes citados que nos condicionan. Es ese momento de soledad total cuando el ego ya no puede hacer sus juegos, engaños, cuando realmente nos liberamos de toda limitación y aceptamos lo que necesitamos, debemos observar la situación y ver el desencadenante. Sin miedos, sin vergüenza, siendo realistas. Nadie más que nosotros mismos lo sabe.
Evitando mañana nos cruza. Enterrando mañana nos sale de la tierra cual zombie. Escapando mañana nos encuentra. Reemplazando mañana se transforma en lo mismo. No es necesario enfrentar, pero si aceptar.
La palabra más certera es integración. Convivimos con cientos de personalidades para cada momento. Imaginen que no podemos terminar de conocernos y pretendemos conocer al 100% a quienes nos rodean.
Cuando tenemos una actitud integrativa de todo lo que somos, cuando por medio del esfuerzo trabajamos en mejorar los aspectos que nos incomodan de nosotros mismos, cuando cultivamos la atención mental que nos instruye de cómo repetimos patrones constantemente, se caen por su propio peso las máscaras, se rompen las barreras, se van los temores infundados.
Podría estar horas hablando de algo que vivencio y que trabajo a diario, pero puedo asegurarles que cuando uno acepta lo que vive, cuando lo integra como dije antes, al menos sabe dónde esta parado.
Un día me regalaron una brújula y fue el regalo más significativo que recibí en mi vida. Un objeto tan literal que no supe ver su significado en el momento, pero hoy lo atesoro y cuando me pierdo (como en Inception) vuelvo a él para encontrarme.
Alimentense sanos, descansen plenamente, respiren pausadamente, sonrían menudo, hagan actividad física a diario y tengan actitudes mentales positivas. Y en especial recuerden que es lo único que nos llevamos en esta vida: vínculos, vivencias y el amor que damos y recibimos. Y hablen. Cuenten, compartan, digan lo que les pasa. Es el primer paso para entender.
Los quiero. A veces es lindo leerlo ¿No?